Uno de los grandes dilemas de la ajetreada sociedad actual es saber distribuir el tiempo entre las responsabilidades laborales y el ocio. Y entre medias, los más sacrificados siempre buscan un hueco para practicar deporte.
Dado que muchas cadenas de gimnasios tienen sus salas llenas después de la jornada laboral, no son pocas las personas que optan por entrenar nada más comenzar el día. Sus beneficios son múltiples: podrás entrenar con mayor comodidad, el ejercicio físico te llenará de energía para afrontar el día y, como se dice coloquialmente, ya te lo habrás "quitado de en medio".
Pero en esta opción por la que no pocas personas se decantan, entra una variable importante en juego: qué es mejor, ¿desayunar antes o después de hacer ejercicio?. En este post te contamos cuál será tu mejor opción, en función de tus circunstancias personales y, sobre todo, del objetivo principal que tengas con tu entrenamiento.
Desayunar antes de ir al gimnasio
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Dice el sabio refranero español que 'el desayuno es la comida más importante del día'. Sin embargo, hoy en día, muchos nutricionistas y especialistas en alimentación sacan a relucir las bondades del ayuno intermitente, una práctica con la que no ingerimos alimentos durante, al menos, 12 horas.
Nosotros comenzaremos diciendo que, lo más importante, en este punto, es escuchar tu cuerpo y, sobre todo, atender a las pautas marcadas por un especialista en la materia. En función de tus objetivos y de tu situación personal necesitarás desayunar antes o después de entrenar, pero lo importante es hacerlo con la prescripción profesional adecuada. De cualquier manera, sí existen una serie de pautas generales que puedes tomar como referencia para tu caso particular.
Desayunar antes de entrenar está especialmente indicado para quienes tienen como objetivo principal la ganancia de masa muscular. Para crecer, el músculo necesita energía antes de la práctica deportiva.
Ten en cuenta que lo que comas antes de ejercitarte te servirá para tener más energía y mejorar tu rendimiento. Alimentos como los frutos secos, plátanos o queso pueden darte un aporte lo suficientemente importante sin sentirte saciado.
En el caso de los hidratos de carbono, como la avena, están especialmente indicados para ser ingeridos antes del entrenamiento.
Si eres de los que desayuna lácteos, como leche o yogur, quizás la mejor opción sea separar, al menos, un par de horas el desayuno del entrenamiento, ya que el cuerpo necesitará más tiempo para digerirlos.
Por tanto, una de las principales problemáticas de desayunar antes del entrenamiento será el impacto que pueda tener la digestión sobre nuestro rendimiento.
Desayunar después de hacer ejercicio
La otra opción está especialmente indicada para quienes, como comentábamos antes, optan por realizar ayuno intermitente. En este punto, es muy importante indicar que ésta práctica debería ser realizada bajo el control de un profesional, especialmente, si durante este ayuno vamos a realizar ejercicio.
Y es que realizar ejercicio en ayunas puede llegar a ser peligroso para las personas que no están acostumbradas a practicar deporte. El cuerpo necesita tirar de las reservas acumuladas y ello supone un esfuerzo extra que los recién iniciados no deberían arriesgar en realizar.
Sin embargo, desayunar después del entreno sí puede ser una opción para las personas que estén en buena forma física: el entrenamiento en ayunas obliga al cuerpo a coger energía de las reservas de grasa, lo que estimulará el gasto graso durante la sesión de entrenamiento.
Otro de los grandes beneficios de esta variable son las evidentes ganas de desayunar que tendremos después de realizar un buen entreno, lo que hará que disfrutemos en mayor medida el manjar post-entrenamiento. Igualmente, quienes tengan como objetivo la pérdida de grasa, podrán servirse de esta pauta para optimizar su entrenamiento, dado que el cuerpo tira de las reservas acumuladas, al no tener energía recién consumida.
Igualmente, si vas a optar por desayunar después de entrenar, debes saber que los músculos necesitan carbohidratos y proteínas para reconstruirse, por lo que tu desayuno deberá caminar en esa dirección. Por ejemplo, puedes combinar una tortilla francesa con frutos secos y jamón; siendo especialmente importante la proteína, para mantenerte saciado durante toda la mañana.
En definitiva, ambas opciones tienen sus pros y sus contras, pero lo verdaderamente importante es que escuches a tu cuerpo, valores cuál es la mejor opción según tu ritmo de vida y te dejes aconsejar por los mejores especialistas en la materia.
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